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Zoila Martínez de Medina escogida por Balaguer

Escrito por: Carlos R. Salcedo C.

Con el título de esta entrega no traigo un ser ultratumba. No se trata de un zombi o de un alma que no descansa en paz. El extinto presidente Joaquín Balaguer no está deambulando.

Pero, ya que la Dra. Zoila Medina de Martínez es la primera Defensora del Pueblo, elegida recientemente y tras 12 años de vigencia de la ley que instituye dicha figura, traigo a colación una comunicación del 18 de junio de 2002, que nos enviara el Dr. Joaquín Balaguer mientras dirigíamos la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus). La misiva habla por sí sola.

“He recibido con sumo placer la atenta invitación que tuvieron ustedes la gentileza de extenderme para que asista al Almuerzo-Conferencia “Gestión de la Oficina del Defensor del Pueblo. Garantía para la Democracia”….Les deseo el mayor de los éxitos en esta actividad, y me apresuro a participarles que la Dra. Zoila Martínez de Medina ostentará la representación personal del suscrito en la misma. Les saluda, con sentimientos de alta estima y consideración, Joaquín Balaguer (firmado)”.

Pasaron 11 años para que el designio de Balaguer se cumpliera. Su deseo estaba expresado en esta representación. Doña Zoila no ha negado nunca su balaguerismo, aun con la desaparición física del líder político. Que lo manifieste constituye un acto de honestidad. Su gran reto es superar las sombras institucionales que pesan sobre la gestión pública del Dr. Balaguer, los abusos a los derechos humanos, las desapariciones por razones políticas de conocidos opositores a su régimen y marcar el inicio exitoso de una institución que debe justificar su existencia.

El defensor del pueblo es un instrumento de la democracia para el buen funcionamiento de las instituciones públicas y para la defensa de los derechos humanos. Si Balaguer fue el que marcó el designio, Dona Zoila sabrá ser íntimamente balaguerista, pero demócrata a carta cabal como expresión de la institución que dirige. Confiamos en su mejor gestión. Solo sus dotes, principios y fidelidad al mandato constitucional y legal podrán superar el fantasma de Balaguer.