Noticias

Políticas económicas y pobreza

DSC_3033Las políticas económicas dirigidas a eliminar la pobreza y el mejoramiento de la vida de todos, se deben implementar en base al entendimiento de los patrones de consumo subjetivos y del comportamiento particular de los individuos. Hay una relación directa en las economías en desarrollo entre el ingreso per cápita y las expectativas de vida de sus habitantes, como afirma Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015.

Todos los datos macroeconómicos de crecimiento o no de una economía guardan una conexión visible y constatable con la microeconomía y los indicadores de consumo, la razón de por qué las personas lo hacen y la manera en que ahorran.

Lo importante es determinar cuáles políticas fiscales y de qué manera inciden en la forma de actuar en ciertos grupos sociales en República Dominicana. En gran medida el consumo dominicano es de subsistencia, siendo el primer renglón de consumo alimentos y bebidas no alcohólicas (Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares dominicanos, 2007, hecha cada 10 años por la Oficina Nacional de Estadística).

La pobreza, las grandes desigualdades sociales y el fracaso de las economías modernas plantean un gran reto para las sociedades como la dominicana: encaminar todas nuestras energías para acabar o por lo menos reducir drásticamente ambos males.

No hace falta un premio más de economía, ni que un Thomas Piketty o Deaton sigan haciendo grandes contribuciones al mundo, basándose en datos científicos sobre las concentraciones de riquezas, el bienestar solo de un grupo frente a otro y el fantasma de la desigualdad.

La realidad nos da en la cara diariamente. No podemos seguir aceptando la pobreza y la desigualdad como una realidad del sistema.

Queremos vivir en una sociedad donde ya no sea normal ver tantos pedigüeños en las calles, donde las personas no tengan que pedir para poder costear la enfermedad de su hijo, porque el Estado no los respalda. Aspiramos a que grandes horas de trabajo tengan beneficios que puedan ser disfrutados por las familias, no ingresos para sobrevivir. Una sociedad verdaderamente equitativa e igualitaria.

De lo contrario los presagios inocultables de Piketty y Deaton se cumplirán: la desigualdad de la riqueza en el siglo XXI amenaza a la economía y a la democracia.