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Lo que dejó el Papa

DSC_3033Como instrumento de cambio de las sociedades, la política no puede verse como un producto más de los mercados. Su principal objetivo es servir al ser humano.

No repetir los errores del pasado, dejando atrás la discriminación en todas sus facetas. La protección de la vida humana, la libertad, las desigualdades sociales, el respeto a los derechos y libertades fueron los denominadores comunes en los discursos del papa Francisco tras su paso por los Estados Unidos de América.

Su visita nos deja un mensaje de unidad y paz, además de un compromiso: trabajar por los excluidos y preservar la familia, como institución esencial para nuestra estabilidad y desarrollo social.

El Estado debe enfocar su mayor esfuerzo en proteger la dignidad humana y orientar todas sus políticas en alcanzar el bien común.

¿Tiene esto importancia sencillamente porque lo haya dicho el Papa? La verdadera fuerza de su mensaje reside en que es un hombre coherente, que vive según lo que profesa, directo y claro y abrigado de una dimensión moral incuestionable.

Un Papa que buscaba revitalizar la fuerza de la Iglesia católica con sus mensajes, causó un total fenómeno mediático y de apoyo social, casi nunca visto, siendo solo alrededor del 20% de la población americana católica.

El fenómeno del papa Francisco puede explicarse fácilmente. La gente no ha perdido la esperanza.

La esperanza de desarrollo, igualdad, justicia, libertad, oportunidades y respeto a la vida, valores atemporales que siguen impregnados en las sociedades políticas de hoy. No es por nada que el 70% de la población americana de todas las religiones simpatiza por el Papa.

Muy pocas veces un Papa sale de un país y queda bien con todos. Sin importar religión, ideología o partido político, todos queremos un mundo mejor.

Es la ciencia la que nos da entender que las cosas no son tan fáciles de entender y es la religión la que ha pautado muchos de los parámetros morales de nuestra sociedad.

La idea de una sociedad justa y equitativa sigue y debe continuar, lo que no deber ser ahogado ni por la ciencia ni por la religión. Pero lo más importante, debe traducirse en realidad viva, no en discursos, promesas y burocracia. Este fue, a mi juicio, el mensaje transformador y retador del Papa.