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“Matemos a los delincuentes”

DSC_3033La reacción extrema de la colectividad ante los sucesos delictivos es entendible, pues estos atentan contra la cohesión y el desarrollo armónico de la sociedad.

Somos una sociedad organizada con acuerdos sociales de convivencia pacífica y de respeto a la ley. La aspiración conjunta, de bienestar común y mejoramiento de la calidad de vida, justifica la creación de un sistema fuerte de control social.

El orden político, el normativo y el respeto por los derechos humanos han traído desarrollo económico, innovación, riquezas, oportunidades, estabilidad democrática y jurídica, igualdad y un entorno de relativa tranquilidad para desarrollarnos individualmente y como nación. Aunque en muchos casos se aspire a más es por esto que hemos avanzado.

El general retirado José del Carmen Ramírez Guerrero ha sido tendencia en los medios, por ultimar a uno de sus atracadores.

No entro ahora en valoraciones jurídicas del caso y su respuesta como consecuencia de las acciones de los “delincuentes”.

El problema es que escuchamos constantemente celebraciones, efervescencias y morbo sobre la actuación del general, con la consigna de que debemos matar a los delincuentes.

Se alaba la ejecución de ciudadanos “delincuentes”, asumiendo que las políticas del Estado no deben ser reformas integrales del sistema de seguridad y lucha contra la criminalidad.

Las propuestas de seguridad perimetral, reforma policial, creación de canales de trabajo, puestos constantes de vigilancia y desarrollo de un eficiente sistema de salud y educación, en coherencia con políticas de eliminación de la desigualdad y la pobreza, parece que deben ser desechadas.

Si es así, volvamos a la selva, volvamos al caos, eliminemos la política criminal, sustentada en el respeto a los derechos fundamentales y la paz social.

Matemos a los delincuentes, a los excluidos y desviados, producto de la propia sociedad, a los corruptos, a los que atentan contra nuestro orden legal, pero a todos. Desechemos el sistema institucional y de derechos.

Todo el mundo que haga lo que quiera y que reine el desorden. ¿Es eso lo que se quiere?

Para avanzar hacia la paz social y el desarrollo debemos trabajar sobre lo que hemos logrado. Como valor universal, necesario y deseado la paz en el mundo no es posible incentivando un comportamiento violento y de desorden.