En el espejo de Brasil
Actualmente hay una tendencia marcada en occidente. Grandes movilizaciones civiles se libran en contra de la corrupción privada y gubernamental.
Hoy Brasil se encuentra en una de sus más bajas posiciones históricas, posición 76 (Corruptionperceptionsindex 2015).
Escándalos de corrupción estimados en 2,000 millones de dólares en sobornos, peajes, asociación ilícita y blanqueo de capitales sólo en el caso Petrobras.
La operación lava jato (lavado de autos), investigación llevada a cabo por la Policía de Brasil desde 2014, ha tenido como objetivo investigar un esquema de lavado de dinero escandaloso.
La considerada como la mayor investigación de corrupción de la historia del país ha colocado al Gobierno en una situación dramática. La economía en serios apuros, crece la polarización política y el poder de la presidenta Dilma Rousseff se desvanece, más cuando la policía se llevó a su padrino político, el expresidente Lula da Silva, a declarar recientemente, acusado de lavado de dinero y ocultación de patrimonio en el caso.
Se trata de la estructura mafiosa creada entre compañías privadas y el Estado brasileño, que incluía, desvió de fondos públicos, sobornos y obras sobrevaloradas. Han sido condenados severamente altos ejecutivos de compañías privadas, como el ex presidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht y altísimos funcionarios públicos, como consecuencia de la gran presión social y las pruebas contundentes de la investigación criminal.
Las condenas implican un gran avance ante la lucha ciudadana constante de una sociedad más transparente y cuyo comportamiento se enmarque dentro de los parámetros de legalidad preestablecidos.
El déficit de confianza ciudadana se refleja en la falta de honestidad de sus dirigentes. El régimen de consecuencias en Brasil constituye una lección de independencia y de protección de los intereses generales.
La determinación del Estado y la sociedad para luchar con las diversas formas en que se expresa la corrupción debe ser conjunta, es el mensaje. Veámonos en el espejo de Brasil.
El proceso de consolidación de las democracias se fortalece por el alto grado de civismo de sus ciudadanos, la aplicación igualitaria de la ley, el fortalecimiento institucional y el desarrollo sostenible de la economía.
Si deseamos promover en República Dominicana una verdadera democracia debemos hacer un auto examen crítico de nuestras instituciones políticas y del comportamiento y la actitud de la sociedad. ¡No lleguemos tarde!