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El naufragio dominicano

Escrito por: Carlos R.  Salcedo C. 

Las informaciones del naufragio del Costa Concordia, no pueden ser más preocupantes para quienes hemos confiado siempre en los capitanes de naves marítimas y aéreas. A estos se les atribuyen conocimientos extraordinarios de las aguas, costas, islas e islotes y de los cielos, experiencia, prudencia, responsabilidad, valor, determinación y capacidad para el manejo de emergencias.

La conducta del capitán del barco, Francesco Schettino, es demostrativa del mayor nivel de impericia, irresponsabilidad, imprudencia, cobardía y fanfarronada.  Este timorato y mentiroso timonel, no sólo maniobró fatalmente el barco para hacer una chulería de saludos,  poniendo en riesgo la vida de más de 4 mil personas, sino que con ello ha causado un daño ecológico de grandes magnitudes y puesto en juego la confianza de los cruceristas en las travesías marítimas, con la secuela de afectación de la industria turística.

¡Me “caí” en un bote salvavidas!, ¡ya han sido evacuadas más de 4 mil personas!, claro él entre los 40 primeros en salir del buque. Son solo algunas de las travesuras que el timonero hizo antes, durante y después de la tragedia.

República Dominicana va a cumplir 168 años de su declaración de independencia y se puede identificar a Schettino, como lo ha hecho ya la prensa italiana, en el caso de Italia, con los vicios que llevan a nuestro país a vivir en un eterno naufragio.

Las palabras del comandante de la Capitanía marítima de Livorno, Gregorio Maria De Falco al irresponsable capitán del barco no pueden ser más elocuentes y es lo que deberíamos hacer aquí con quienes usan el poder solo usarlo en su provecho, si queremos salvar nuestro alicaído honor patrio: «Escucha Schettino, quizás tú te has salvado del mar, pero te haré pagar por esto. ¡Maldita sea, vuelve a bordo! Ratón!, añado yo.