Desarrollo y protección de los débiles
Escrito por: Carlos R. Salcedo C.
La calidad del desarrollo de una sociedad se mide por la forma como trata a los más débiles. No puede ser desarrollado un país que de un trato de segunda, tercera o cuarta categoría o deja fuera de su verdadera agenda de políticas públicas, a los pobres, niños, envejecientes, enfermos, discapacitados, migrantes y presos.
A pesar de habernos liberado en gran medida del trujillismo, de disfrutar de libertades políticas, no hemos superado las miserias que nos ubican entre las naciones de más bajo nivel de desarrollo humano de la región. Por el contrario, vivimos en un contexto de inseguridad económica y social, de pobreza, falta de educación y de salud, desigualdad, inequidad y exclusión.
Esta realidad afecta con mayor gravedad a los grupos más depauperados, especialmente a los niños, ancianos, mujeres, discapacitados, inmigrantes, sobre todo de origen haitiano y presos.
En todos estos ámbitos de postración, aislamiento y lejanía del bienestar se reproducen la pobreza extrema, las desigualdades sociosanitarias, socioeconómicas, en materia de salud, educación, alimentación y techo. No hay que ir lejos, los altos niveles de miseria, desigualdad e inequidad social, económica y cultural los vemos a diario en cada una de nuestras comunidades urbanas y rurales cuando comparamos los grupos con relaciones desiguales, que se apropian de manera desigual de los recursos y los beneficios, con la consecuente ruptura de la cohesión social, sin la cual es imposible soñar con un desarrollo humano sostenible y con equidad.
No puede ser ni será jamás justa ni de derechos, por muy bonita, nueva y bien estructurada y redactada Constitución que tenga, una nación que no garantice en los hechos y en la práctica cotidiana los mínimos necesarios y el contenido esencial del derecho fundamental a la vida, a la educación, la salud y la dignidad humana, de manera particular a la de quienes por su situación de vulnerabilidad y pobreza requieren de la protección del Estado y de todas sus instituciones, órganos y dependencias.
Estas son las sombras. Las luces se han encendido con la administración del presidente Danilo Medina por la estrategia de inclusión y de apoyo a la producción agrícola e industrial, pero sobre todo por su apoyo decidido al 4% para la educación y sobre todo el reciente pacto por la educación. Nos quedan esperanzas. No hay que perder la fe. Qué compromiso Presidente!