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Danilo y el consenso

Escrito por: Carlos R. Salcedo C.

A pesar del positivo desempeño del presidente Danilo Medina, no cesan las quejas sobre el camino equivocado por el que nos dirigimos como nación. Para muchos, cada día se alejan más las esperanzas de rebasar nuestras enormes y variadas miserias.

Los que gobiernan le echan en cara a la oposición partidaria su falta de voluntad para hacer una agenda común en favor del desarrollo del país. Para los opositores los detentadores del poder son incapaces de enfrentar los males nacionales.

Los aliados al Gobierno, temerosos de la desaparición de su partido, en una carrera tras la búsqueda de la conservación del poder y pretendiendo perpetuar sus influencias, se abandonan a los designios de quienes dirigen la nación. Lo hacen unas veces para cubrirse bajo el manto de la impunidad de que se benefician -ojalá no sea para siempre– los que dirigen la cosa pública y otras, para regodearse con las hieles de la autoridad tan mal entendida.

Unos y otros manifiestan diferencias, pero únicamente en cuanto a la mayor o menor cuota de poder que les corresponde. No hay mayores desavenencias sobre su visión en torno al interés público, así como de las tradiciones y principios en que se fundamenta la comunidad política. Si hay dudas sobre este particular basta con ver los respectivos programas de gobierno de cada partido político, los que evidentemente no contienen mayores disparidades.

En la búsqueda de espacios de poder, los partidos políticos lucen perder la brújula de sus proyectos ideológicos, contaminando con ello el orden y las instituciones políticas, pero también provocando su decadencia, que arrollará sus estructuras populares, creando con ello la gran brecha política, de imprevisibles consecuencias.

Los acercamientos de Danilo con los líderes políticos para llegar a determinados consensos sobre proyectos tan importantes como el de la ley de partidos políticos, entre otros, son de suma importancia para acordar una agenda de nación. Ojalá, Presidente, que los intereses creados no lo impidan, pues con ello será imposible despegar el vuelo del desarrollo.