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Seguridad ciudadana, policía y ciudadanía

Aunque con tropiezos, desde el ajusticiamiento de Trujillo, hemos experimentando madurez institucional. De un poder despótico hemos asumido métodos de mayor participación de la ciudadanía en los procesos de cambio y representación política, pilares de la democracia.

Este tránsito, caracterizado por constantes cambios es incoherente con algunos mecanismos de control formal de los conflictos. Hay inseguridad ciudadana frente a conductas delictivas, que hoy adoptan formas más sofisticadas y la ciudadanía se preocupa por manifestaciones de brutalidad policial. Esto puede provocar distanciamiento entre policía y ciudadanía.

En ocasiones los métodos de investigación y acciones policiales distan de brindar seguridad ciudadana y ser auxiliares del sistema de justicia penal.

La Policía Nacional (P. N.) está llamada a contribuir, junto con la comunidad, en la prevención y reducción de la violencia y en la alteración del orden, como en la resolución constructiva de conflictos. En realidad, como dijera una vez en el país el Dr. Eduardo Díaz, del Panel de Revisión Independiente del Condado de Miami-Dade, el Estado paga al policía para hacer lo que debe hacer cada ciudadano.

Son muchas las debilidades del subsistema policial; pero parece que estamos en un camino sin retorno: el gobierno ha decidido mejorar el marco legal y operativo, para que la P. N. cumpla su papel y no sea una nota discordante en nuestra democracia.

El uso desmesurado de la fuerza y el encubrimiento de las actuaciones policiales y la falta de vigilancia y control ciudadanos, del manejo de los recursos humanos, técnicos y económicos de los cuerpos policiales, deben ser siempre rechazados por la sociedad, que debe ser más consciente de la misión policial de protección de los derechos fundamentales.

Los intercambios de disparos que solo dejan muerte de un solo lado deben ser cosa del pasado. La modernización institucional pasa por la profesionalización de los policías, como parte de los retos estructurales y de toda naturaleza.

No podrá ser duradera ninguna reforma policial fuera del marco del sistema democrático y que no propicie la participación de la ciudadanía en la definición de la visión, objetivos y valores que la deben soportar. Solo será profunda con el conocimiento, integración y compromiso ciudadanos. Todo ciudadano tiene la responsabilidad de combatir la criminalidad, ver sus causas, vigilar y denunciar los abusos para que crezca el sentido de justicia en la sociedad.

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