Quisqueya la indómita y brava
En las últimas semanas, dadas las coyunturas políticas y sociales actuales he venido reflexionando sobre las letras que componen nuestro himno nacional. En este cantico glorioso se suele evocar aspectos que describen al pueblo dominicano. Una de las estrofas que más inspiran nuestro sentimiento patriótico es “mas Quisqueya la indómita y brava siempre altiva la frente alzará. Que si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá”.
Respecto a esta particular estrofa me llama la atención lo distante que hoy día nosotros los quisqueyanos estamos de ser ese pueblo indómito y bravo que prefiere la destrucción de la nación antes de ser esclavos. Esto lo digo porque indudablemente dominicana está sumida en un sueño eterno. Así lo está desde la fatídica y convulsionante última década del Siglo XX.
Desde entonces República Dominicana ha tenido un alto crecimiento económico sin una apropiada redistribución de las riquezas, una crisis bancaria, un retorno a una estabilidad cuestionable, un aumento descomunal en el despilfarro de fondos públicos, una corrupción abrumadora y lacerante, una crecida en los índices de criminalidad, un acelerado deterioro en los servicios públicos, una explotación abusiva y contaminante de nuestros recursos mineros, una colosal deuda externa, varias reformas tributarias que terminan estableciendo impuestos más regresivos, una extensión del narcotráfico a casi todos los estamentos del Estado, un decrecimiento en la producción nacional y sobre todo, un crecimiento en los índices de pobreza.
Es decir, desde finales de los noventas hemos crecido. Hemos avanzado en tecnología y acceso a la información. Tenemos en Santo Domingo grandes centros comerciales, un montón de cadenas internacionales de comida rápida y nuestros supermercados se surten de productos a los que antes solo podíamos acceder cuando se iba al exterior; pero resulta que cada vez somos más pobres.
Tenemos partidos políticos tradicionales vacíos de ideologías y que funcionan como sociedades anónimas, una clase media consumista y alienada de su propia realidad social que cada día soporta un gran peso económico y social derivado la irresponsabilidad de los gobiernos. Una clase baja totalmente oprimida y sumida en la lógica del clientelismo y una clase empresarial suicida e incapaz de generar empleos dignos. Ese es el estado de situación actual y por tanto, puede decirse que Quisqueya no es libre, sino que es esclava de sus propios vicios.
Empero, desde hace seis o siete años, aproximadamente, tenemos movimientos sociales que se encargan de brindarnos un poco de esperanza, que representan en cierta medida esa Quisqueya que describe nuestro himno. Estos movimientos luchan por una República Dominicana más justa y apegada al Estado de Derecho. Podemos resaltar como jóvenes detuvieron la instalación de la cementera en Los Haitises y como finalmente la Coalición por una Educación Digna logró que el gobierno se ajustara a la Ley General de Educación y destinará el 4% del PIB a la educación.
La experiencia más reciente fue hace un año y pocos días cuando se realizó una manifestación multitudinaria en el Parque Independencia en respuesta a la última reforma fiscal. Esa conglomeración del pueblo fue un destello de esperanza. Una muestra de que aun podemos despertar. De que somos capaces de unirnos y reclamar lo que es justo. Fue una demostración de que los dominicanos sentimos y que nos duele que malgasten nuestros impuestos, que seamos un país tan desigual y que una casta política se esté haciendo rica a costa de la pobreza de la generalidad. Es la prueba de que Quisqueya puede volver a ser indómita y brava con la frente altiva como nos describe nuestro canto patrio.
Dominicana necesita estas manifestaciones de forma constante y siempre en expansión. El país requiere que se alce la vozde todos aquellos que procuran vivir mejor en esta media isla. Pues todos los que estamos comprometidos en hacer de Dominicana un país mejor, estamos compelidos a denunciar las injusticias y clamar por el cumplimiento de las leyes. Solo expresando contundentemente nuestro deseo de una República Dominicana donde impere la justicia social, podremos ser libres.