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Pandora en tiempos turbulentos

“Desarrollo e institucionalidad”

Cuando hice el bachillerato tuve guías inolvidables como el Padre José Brache, y el P. Mario Borgonovo, ambos sacerdotes salesianos fallecidos. Pude entonces cultivarme en las letras, historia universal y las mitologías griega y romana. Me fascinaron la imaginación helénica y latina.

Aprendí de las deidades y creaciones mitológicas: que Cupido, hijo de Marte y Venus es el dios romano del amor y Eros el correspondiente dios griego. Que Febo y Apolo son los dioses romano y griego de la belleza. Identifiqué esas deidades fabulosas con los principios, valores e ideales de esos pueblos.

Flora es la deidad romana de las flores mientras Cloris es la equivalente griega; Neptuno es el dios romano del mar y Poseidón en la mitología griega. Mercurio el dios del comercio y mensajero de dios en la romana y Hermes en la griega. Venus es la diosa del amor, la belleza y la fecundidad romana mientras su homóloga griega es Afrodita.

Temis, como encarnación del orden divino, las leyes y la costumbre, es la diosa griega de la Justicia, representada con una espada en una mano y una balanza en la otra y con una venda en los ojos, mientras Iustitia es su equivalente romana, que aparece situada sobre un león para significar que la justicia debe estar acompañada de la fuerza.

Recuerdo que Zeus –dios de dioses-, defensor de la verdad y protector de la justicia y la virtud, era el equivalente al dios romano Júpiter y quien tuvo con Temis a su hija Astrea. Zeus hizo a Pandora, primera mujer, quien no pudiendo aguantar su curiosidad para conocer el contenido de la caja que conservaba su compañero, abrió la tapa. Quedó sorprendida cuando escaparon, según una versión, varias plagas para atormentar a la especie humana, como la gota, la envidia, la ira y la venganza, o que, según otra leyenda, salieron todas las bendiciones. Ambas fábulas coinciden en que en el fondo del cofre quedó la esperanza.

Ante tantas críticas realidades, Pandora, por favor, no abras la caja de males, por el panorama de pandemias de todo tipo que nos llenan. No la abras porque se nos han escapado muchas bendiciones y, además, si abres dicho cofre rescatas la abundancia y la gracia, para entrarla nuevamente a la urna, dejando en el mundo las maldades, como muchos las llaman anunciando permanentemente el apocalipsis. Sembrando esperanzas, con nuestro trabajo, garantizamos nuestro desarrollo.

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