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La depreciación del valor de los políticos

“Desarrollo e institucionalidad”

Cuando la moneda local se deprecia se produce una pérdida de su poder de compra respecto a las unidades de cambio extranjeras, pues estas se hacen más costosas. A la inversa, una disminución en el precio de la divisa extranjera permite una apreciación de la moneda local y se produce un aumento del poder de compra de bienes y servicios.

Algo similar ocurre con la democracia y el sistema político. Si se produce una disminución de la fe de la gente en sus políticos se eleva el valor de opciones atípicas y populistas de las que hemos sido testigos en las últimas décadas.

Las causas de la devaluación de los políticos, con su consecuente falta de poder adquisitivo de votantes, son diversas. La ineficiencia gubernamental, el servicio de la gestión a favor de intereses particulares y no del bien común, la incapacidad administrativa y la corrupción son algunas razones.

Pero, no podemos ignorar la indiferencia de mucha gente ante el fenómeno político, la falta de conocimiento y conciencia de sus derechos y la ausencia de uso de los instrumentos legales que permiten su participación democrática efectiva. Ello impide que haya bajo nivel de control y exigencia de fidelidad de los funcionarios a sus obligaciones legales y de las consecuencias que genera el incumplimiento de sus deberes.

Entre las consecuencias de la devaluación del valor de los políticos está la apreciación de personas improvisadas, advenedizas, sin experiencia y carentes de conocimientos de la política, que replican prácticas deficientes y corruptas de gestión de lo público.

La política, como ciencia del gobierno, es la que hace posible que un grupo de personas elegidas democráticamente, gestione y distribuya los recursos del Estado para el bien colectivo, produzca las normas que rijan la convivencia social, resuelva los problemas que plantea la convivencia colectiva y garantice el Estado Constitucional de Derecho.

Cuando se deprecien las opciones políticas salvadoras, populistas, redentoras, refundadoras, nacidas del deterioro de los partidos tradicionales, y se aprecie el sistema político, porque los políticos han labrado su credibilidad, la ciudadanía optará más por las ofertas políticas del sistema de partidos y participará más activamente en la cosa pública, con la consecuente y necesaria reevaluación de los políticos y de la democracia.

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