Elecciones y madurez política
Escrito por: Carlos R. Salcedo C.
Nuestra democracia está caracterizada por una baja intensidad institucional. La impronta, el temperamento personal y la preferencia o afiliación partidaria de quienes ostentan la dirección de las instituciones públicas marcan su desarrollo.
Al calor y reclamo ciudadanos es que se han ido enderezando entuertos y avanzando en el plano institucional. De lo contrario, muchos de nuestros órganos, serían puras máquinas dispensadoras del partido en el gobierno, que ha parido una conformación clara y comprometidamente tendenciada, como ocurre con la Junta Central Electoral.
La pregunta que salta es si, a pesar de ello, los ciudadanos conscientes podremos exhibir madurez política, que, como afirmara Koestler, no es un factor que una vez se alcanza ya no se pierde, lo que significa que es cambiante en el carácter de los ciudadanos.
No creo que hayamos madurado políticamente, lo que eleva nuestros riesgos de fluctuación. A pesar de ello, y a contrapelo de quienes nos gobiernan, debemos demostrar este domingo y posteriormente si hemos alcanzado madurez política, al menos para comprender los significados del uso abusivo del poder y la distribución del poder, necesaria para garantizar los derechos ciudadanos, el ejercicio del voto con plena conciencia de su resultado, cómo ejercer el control del gobierno y el tener un grado de juicio político suficiente al momento de elegir a quienes nos gobernarán a partir del 16 de agosto.
Nuestra madurez política debe estar por encima de la inmadurez política de quienes entienden que las instituciones, como la electoral, deben estar al servicio de determinado partido, por lo que debemos estar listos para el diálogo inteligente y valiente, pero no un diálogo conducente a acuerdos para permitir conservar el poder a toda costa, para robar los votos o para manipular situaciones. Frente a la intransigencia de un poder avasallador la ciudadanía consciente alzaría sus voces y acciones para impedir imposiciones ilegítimas.