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“Desarrollo e institucionalidad”

“Desarrollo e institucionalidad”

¿Somos felices los dominicanos?

Carlos Salcedo

Sea una meta personal o un proyecto colectivo, todos aspiramos al bienestar físico y mental. El éxito de un gobierno está en función de la prosperidad económica, expectativa de vida, generosidad, apoyo social, libertad individual, integridad en la gestión, generación de mejores herramientas y servicios que facilitan la vida de todos e incremento del ingreso per cápita de sus ciudadanos.

Según el Ranking Mundial de Felicidad del año 2019, de 156 países, la República Dominicana es más feliz que el año 2018, al ocupar el lugar 77 de 156 naciones. Con una puntuación de 5.4 está entre las 40 naciones que experimentaron mayor nivel de mejoría en la medición entre 2005-2008 y 2016-2018.

Pero, regionalmente, la República Dominicana es el tercer país menos feliz, sólo por encima de Venezuela (108) y Haití (147). En Latinoamérica, los mejores resultados fueron para Costa Rica (12), Guatemala (27) y Panamá (31), destacándose Costa Rica como el segundo país más feliz de América, superado solo por Canadá.

El ranking mundial lo encabezan Finlandia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Holanda, ocupando los últimos lugares Ruanda, Tanzania, Afganistán, República Centroafricana y Sudán del Sur.

Los de mayor baja desde 2005-2008 fueron Yemen, La India, Siria, Botswana y Venezuela, por sus problemas políticos, económicos y sociales.

La felicidad no viene en caja de regalos. La satisfacción personal aparece cuando nuestras sensaciones placenteras están presentes y somos libres de aquellas que no lo son.

Países como Costa Rica tienen mayor satisfacción de la vida que Singapur. El índice de homicidios en países ricos como Nueva Zelanda y Francia gira alrededor del 25% por cada 100,000 habitantes. América Central y Sudamérica son territorios con riesgos sistémicos por muertes violentas. El Salvador, encabeza la lista negra, al alcanzar las 62,1 muertes por cada 100.000 habitantes y Venezuela, las 56,8. En el caso de nuestro país, 9.3 muertes por cada 100,000 habitantes (Observatorio de Seguridad Ciudadana 2019).

Ser felices no es tarea fácil. Si nuestras condiciones de vida mejoran se incrementan nuestras expectativas. Para muchos, no basta tener una vida pacífica y próspera. Se aspira a que la realidad se acerque a los anhelos. Sin abandonar la esperanza de bienestar personal y general, se deben controlar las aspiraciones excesivas.

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