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“Desarrollo e institucionalidad”

“Desarrollo e institucionalidad”

Menores en conflicto y edad penal

Carlos Salcedo

Sin abordar las circunstancias que pudieran dar ocasión a la probable sanción de un adolescente de 16 años señalado como responsable de la muerte de otra adolescente de 15 años, empujada y ahogada en una piscina en Los Alcarrizos, cabe preguntarse si la legislación de menores necesita una reforma.

Muchos menores están ligados a atracos, robos a mano armada y a bandas que mantienen en zozobra a la sociedad. Muchos también participan en el narcotráfico y otras actividades delictivas.

¿Son adecuadas las sanciones correccionales para menores de 18 años y mayores de 14? Aunque imputables, las penas no son las mismas que para los adultos.

Tengo reservas con el recrudecimiento de sanciones, pues el fenómeno criminal amerita una política criminal que sea un instrumento para asegurar que la promesa constitucional de reeducación, reinserción y tratamiento adecuado se cumpla.

Pero, hechos como el referido nos hacen reflexionar. Debemos reevaluar la edad penal. Quizás nos sirvan de base para la discusión modelos como el francés y el inglés, el primero de los cuales fija la edad penal en 13 años.

En Inglaterra, por su parte, existen tres categorías: niño (de 10 a 14 años), jóvenes (entre 15 y 16); y, semi-adultos (de 17 a 20). Allá, para perseguir a los niños ante los tribunales de menores debe demostrarse que en el momento de la comisión del delito estos podían discernir y eran conscientes de la ilicitud de sus actos. En el caso de los jóvenes se parte de la presunción de que tienen capacidad de discernimiento. En el caso de los semi-adultos son tratados como adultos. Esta legislación impone sanciones a los padres y tutores si se prueba que una falta deliberada en el cuidado y control del niño ha contribuido con la conducta delictiva del menor.

En Estados Unidos se deja al criterio de cada Estado la fijación de una edad penal y en Italia no existen límites para la edad penal. Son modelos que deben servirnos comparativamente para una profunda discusión, pues debemos dar respuestas a una realidad que preocupa y merece nuestra atención inmediata.

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