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Desagravio de la OEA

DSC_3031La dimensión de la figura del perdón internacional en los procesos históricos comprende una decisión valiente de sanar heridas causadas a otros y la liberación de resentimientos e iras acumuladas entre los estados y las organizaciones en conflicto. Las sucesivas declaraciones de perdón de los Papas Juan Pablo II y Francisco por las persecuciones y los errores cometidos por la iglesia católica a lo largo de la historia constituyen manifestaciones de desagravio. Con la reanudación del diálogo conciliatorio y sus relaciones con Cuba y el cierre de la base de Guantánamo, los Estados Unidos han decidido dejar atrás el pasado y es un acto de contrición por violaciones de derechos humanos ocurridas.

Durante la pasada 46 asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) el presidente, Danilo Medina, solicitó a la Asamblea de la OEA el desagravio a la República Dominicana por dicha entidad haber “legitimado” la invasión militar norteamericana de 1965. Dicha petición fue acogida unánimemente, lo que es un desagravio al país por los sucesos y actuaciones de la organización durante los procesos que pretendían la reinstauración del orden constitucional.

La aceptación de tal error es parte de un proceso de estabilización y consolidación de nuestras relaciones y el impulso de acuerdos regionales de cooperación, asumiendo una agenda seria de transformación y modernización de este tipo de organismos.

El perdón implica una acción reivindicatoria, una demostración de una voluntad de hacer las cosas mejor y envía un mensaje a la comunidad internacional de que el enfoque para afianzar las relaciones internacionales y procurar resultados concretos de manera eficiente no debe ser atropellando la soberanía de las naciones que forman parte del organismo. Nuestra responsabilidad es la de mirar hacia adelante y trabajar conjuntamente para garantizar el respeto a los derechos de los individuos y el desarrollo económico e institucional integral de la región.

Las soluciones a los problemas comunes que enfrentamos las naciones que integramos la OEA deben adoptarse en un esquema de cooperación, igualdad, transparencia, participación y respeto de la soberanía de cada país, no partiendo de nuestras diferencias sociales, económicas y culturales, sino trabajando sobre la base de las cualidades que nos unen como región, que son más que las que nos separan.