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Crecimiento, desarrollo y democracia

Escrito por: Carlos R. Salcedo C. 

Cuando se habla de crecimiento económico se piensa en el bienestar de la gente, se piensa en el desarrollo. ¿Qué sentido tendría que mantengamos un ritmo de crecimiento envidiable para la región y el mundo (7.1% en 2015) si tenemos bajos niveles de desarrollo?

Si hablamos de democracia nos vienen a la mente inmediatamente las libertades, los derechos civiles y políticos y el desarrollo. Se piensa también en derechos humanos, en poderes limitados por parte de quienes detentan la representación del pueblo, que es finalmente el soberano y en la distribución del poder en funciones separadas.

Pero no siempre se ha pensado que la democracia promueve el desarrollo. Más bien muchos han sostenido que hay tensiones entre estos términos.

A lo largo de décadas (1970 y 1980) en el oriente asiático muchos países exitosos promovían el crecimiento económico sin buscar democracia.

Por el contrario, creían que su éxito se debía a sus regímenes autoritarios, como son los casos de Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong.

Lo propio podría decirse de China, tras las reformas de 1979. Esto contrastaba con la democrática India, por su lento crecimiento.

Sin embargo, el crecimiento económico de la India se ha venido acelerando notablemente desde 1980, pero sobre todo a partir de las reformas económicas de 1990.

De ahí se infiere que el crecimiento se ve estimulado por el respaldo de un clima económico amistoso y no por la hostilidad de un sistema político implacable (Amartya Sen).

Pero a los hindúes, como a nadie, no les basta tener crecimiento y democracia si ello no contribuye con la distribución de las riquezas y la disminución de la pobreza.

Ahora que el Banco Central ha anunciado el sostenido y alto crecimiento que viene experimentando la economía dominicana, cabe preguntarse por qué se produce una desafección democrática de la gente.

La respuesta es sencilla: porque la democracia, en muchos casos, no ha producido el bienestar colectivo esperado, que es parte de la promesa de este sistema político. Estos altos índices no dejan de ser importantes.

Pero más importante aún es que ello sirva para vivir en una sociedad equitativa y justa. La tarea de los gobernantes es grande.

La ciudadanía debe intervenir efectivamente.

La respuesta es sencilla: porque la democracia, en muchos casos, no ha producido el bienestar colectivo esperado, que es parte de la promesa de este sistema político. Estos altos índices no dejan de ser importantes.

Pero más importante aún es que ello sirva para vivir en una sociedad equitativa y justa. La tarea de los gobernantes es grande.

La ciudadanía debe intervenir efectivamente.