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Anomia y control social

“Desarrollo e Institucionalidad”

 

Debemos a Emile Durkheim el término anomia, para quien un estado sin normas hace inestables las relaciones del grupo e impide su cordial integración. El concepto lo adopta luego Merton para quien las estructuras sociales ejercen una gran presión en determinadas personas, produciendo una conducta inconformista en vez de una conformista.

Para Durkheim se trata de una conducta caracterizada por la ausencia de valores, morales, religiosos, cívicos y culturales, generándose sensaciones de alienación, indecisión, miedo, angustia, inseguridad, insatisfacción y hasta suicidios, con la consecuente destrucción y reducción del orden social.

En un Estado de derecho las leyes debemos cumplirlas todos, siempre y sin discriminación. De lo contrario viene el desorden, producto del incumplimiento de las normas.

Hablando del tránsito vehicular, por ejemplo, los semáforos son artefactos que dan una sensación de modernidad; pero parecen, muchas veces, efectos de lujo. Se obedecen si hay un agente de tránsito. Vemos también, con frecuencia, como los agentes de tránsito, con esmerado cuidado, preguntan al conductor en falta, ¿militar? Ante una respuesta positiva, perdone jefe, siga. Si es funcionario del gobierno, su familiar o amigo, cordial excusa. O el desafío del energúmeno ciudadano, ¿usted sabe quién soy yo? La aplicación privilegiada de la ley pertenece a sociedades descompuestas. Las muestras sobran: somos casi campeones mundiales en accidentes de tránsito, con la enorme carga de tragedias que son su consecuencia.

Un sistema que no garantice el cumplimiento efectivo e igualitario de la ley debe ser revisado profundamente. Debemos respetar la ley. Hacerlo significa no ser indiferentes ante esta, lo que hace al ciudadano promotor de su eficacia y optimización.

La ley es fuente de cambio social y debe garantizar estabilidad, armonía, seguridad y desarrollo y existe porque todos estamos de acuerdo en su existencia y no proviene de caprichos individuales.

La democracia requiere de un esfuerzo de la sociedad civil cohesionada para que estos principios de responsabilidad compartida, Estado-sociedad, tengan efectos palpables en el desarrollo institucional y el mejoramiento del sistema legal.

Romper con el orden social significa generar un desastre y destruir el fundamento mismo de nuestra civilización. Nos toca a todos el acatamiento y cumplimiento de las leyes, más todavía por parte de quienes juran cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes. En caso contrario reinará la anarquía y no tendremos justicia ni paz social.

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