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Alex Rodríguez y la integridad

Escrito por: Carlos R. Salcedo C.

El estelar pelotero de origen dominicano Alex Rodríguez está quemando la liga en la pretemporada del béisbol de las Grandes Ligas.

El pasado miércoles conectó su primer jonrón y tiene un envidiable 455 de promedio, producto de 11 indiscutibles en lo que va del entrenamiento de primavera.

Esto lo hace luego de su regreso de la suspensión de 211 juegos que le fue impuesta la pasada temporada por uso de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento. Alex, como otros peloteros, fueron suspendidos por haber establecido relaciones con Biogenesis of America, clínica que fue acusada de distribuir sustancias prohibidas entre deportistas.

Con su soberbia actuación Rodríguez comienza a disipar la duda sobre sus actuales condiciones para competir en la liga grande y en el exigente equipo de los Yanquis.

Falta mucho por confirmar su desempeño, pero lo destacable es que demuestra sus innegables condiciones profesionales, sin necesidad de acudir a lo que está vedado para los peloteros y deportistas en general.

El béisbol, es, como otros, un deporte competitivo en el que las habilidades, preparación y disciplina de sus jugadores, como las estrategias de sus dirigentes y cuerpo de asistentes, unido a su gran tradición y popularidad han hecho de este el deporte nacional de Estados Unidos como también de nuestro país.

Es y debe ser un sano medio de entretenimiento de sus espectadores, de los que van a los estadios y de los millones que lo escuchan por radio y televisión.

Mente sana en cuerpo sano es la famosa frase de Juvenal que sirvió de inspiración a la civilización de la Grecia Clásica, tan devota de la práctica del deporte que impregnó su cultura, su arte, su vida diaria, e incluso su religiosidad y su política.

Acudir a lo ilegítimo para mejorar las condiciones físicas, constituye un engaño para los fanáticos, que desdice de los objetivos y fines del deporte, como se deriva de la frase proveniente de las Sátiras de Juvenal, lo que también se extiende a la gestión de lo público, en el que la verdad, la transparencia, la eficiencia y la integridad deben ser los principios que sirvan de base a la administración.

No debe haber impunidad por el uso de cualquier medio ilegal para lograr mejores desempeños y popularidad.