Rendición de cuentas y buen gobierno
Ahora que, en ocasión del primer año del segundo período de gobierno de Danilo Medina, acabamos de ver como muchos funcionarios acuden a los medios a dar a conocer las ejecutorias del gobierno actual, creo oportuno hacer algunas precisiones.
Fuera de la obligación anual de memorias del presidente ante el Congreso Nacional y el monitoreo y fiscalización constantes de la ejecución presupuestaria por parte de los órganos de control externo y externo del Estado, la gestión transparente de los recursos públicos y la rendición de cuentas implican el conocimiento permanente de la población de lo realizado en un periodo determinado.
Los funcionarios deben ser portavoces de las ejecuciones gubernamentales y deben mantener informada a la población con claridad sobre la visión y resultados de los proyectos de la administración, sin tergiversaciones y fines propagandísticos.
Es el pueblo, a través de las vías institucionales y participando activamente, el que debe evaluar si los recursos fueron empleados de manera eficiente y conforme al presupuesto y ley de gasto público. En caso contrario se debe aplicar el régimen de consecuencias previsto en las leyes. La importancia política de la transparencia y el creciente interés internacional en promoverla es entendible en un contexto de apertura económica mundial. Los gobiernos deben adoptar medidas contables que muestren indicadores positivos como el buen desempeño de la ejecución presupuestaria. Por eso la transparencia es un concepto que incluye métodos de reducción de la corrupción, no impunidad y respeto a la ley.
Toda información relevante para las instituciones de la sociedad civil organizada y la nación debe ser puesta a disposición para su evaluación, además de que el acceso a la información pública no puede estar sujeto a ningún impedimento.
La transparencia es un tema fundamental en las agendas de organizaciones locales y mundiales y su estudio debe continuar con mayor rigurosidad científica. Un gobierno no es transparente por definición solo teniendo un sistema de auditoría interna fuerte. Lo es también por la habilidad de poder responder de inmediato a las quejas ciudadanas, ofreciendo servicios públicos de alta calidad.
El buen gobierno no solo depende de los mecanismos de transparencia, sino también por el mejoramiento operativo del Estado, detectando a tiempo los errores administrativos que promueven actos de corrupción y eliminándolos.