Odebrecht la cara, ¿y la cruz?
La caminata por el fin de la impunidad del pasado 22 de enero es una expresión del hastío ciudadano, de ver como la corrupción se eterniza en el país por falta de castigo de quienes saquean los recursos públicos.
La gota que rebosó la copa de los convocantes y participantes en tan ejemplar, cívica y pacífica manifestación, que contó con el apoyo de muchos que no pudimos acudir pero que igualmente no soportamos tanta venalidad, fueron los sobornos pagados por Odebrecht a funcionarios dominicanos para garantizarse la asignación de obras, financiamiento y pagos.
Aun cuando desconocemos el tipo de acuerdo que negocia con Odebrecht, el Procurador General de la República informó al país que dicha empresa ofreció pagar los 184 millones de dólares por concepto del duplo de las sumas entregadas en sobornos por dicha empresa.
Si de lo que se trata es de aplicar un procedimiento penal abreviado, previsto en el Código Procesal Penal, Odebrecht debe admitir el hecho que se le atribuye y consentir la aplicación de este procedimiento, acordar el monto (que no debe ser menor al duplo de lo pagado en sobornos más los beneficios generados con el soborno) y tipo de pena y sobre los intereses civiles.
Igualmente la empresa debe consentir el cierre de sus operaciones, por un período de entre 2 y 5 años.
Esto aplica igualmente a sus representantes legales, quienes deben aceptar una pena de entre 3 y 10 años de cárcel y multas del duplo del soborno.
Pero todos deben decir la verdad e identificar los beneficiarios, pues lo primero es la cara de la moneda, ¿y la cruz?
El otro lado de la moneda son los sobornados, aquellos funcionarios públicos a quienes les fueron compradas las voluntades para garantizar los 17 contratos de obras ejecutadas con recursos públicos por Odebrecht, como sus financiamientos y pagos, a quienes la ley de soborno también los sanciona con penas de multa (doble de lo recibido en soborno) y penas de reclusión de 3 a 10 años. Sin ellos la moneda no tiene valor para romper el círculo vicioso de la corrupción y de la impunidad. ¡No bastan los 184 millones de dólares!