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Crisis de la democracia representativa

Escrito por: Carlos R. Salcedo C.

 En República Dominicana muchas actuaciones de los líderes políticos contribuyen a alimentar la poca  fe del pueblo en los partidos políticos.

 Lejos de ser instrumentos de participación  los partidos políticos dominicanos están, muchas veces, al servicio de sus dirigentes. Estos, sin legitimar sus actuaciones con sus propios organismos deliberativos internos o haciéndolo atropelladamente, deciden por la colectividad. Esto impacta en los mecanismos de representación de la ciudadanía. Preocupa, pues, la  crisis estructural en los partidos políticos, pues ello desvirtúa su sagrada misión institucional.

 El desgaste de los partidos tiene graves consecuencias en los dominicanos, que sienten cada vez más que el PRSC, PRD, PLD y los que, aún con nombres diferentes, responden a un mismo esquema clientelista, paternalista, corporativista y burocrático.

 Sin ideologías, sin programas sinceros de desarrollo integral, sin capacidad para crear opinión pública y mucho menos discursos políticos serios y coherentes, carentes de vínculos con la ciudadanía, que no sea para buscar el voto, lejos de jugar su rol de medios de transformación social positiva, los partidos han creado en el pueblo la creencia de que no están siendo representados por ellos. De ello se deriva la falta de interés en que los partidos sean los canales adecuados para representar los intereses y demandas ciudadanas.

 En la medida en que se han ido agotando las funciones que dieron razón de ser a los partidos políticos, de formación y creación de conciencia ciudadana, es decir, de participación, movilización y deliberación de las mayorías y de las minorías, se puede incubar una crisis de gobernabilidad, unido a sus crisis institucionales, que contribuyen cada vez más con la abstención en los procesos democráticos. Esto, unido a la crisis económica, cansancio cívico, desesperanza democrática y descreimiento de las instituciones, deja abiertas las posibilidades para el surgimiento de actores civiles o militares que capitalizan la confusión y el cansancio de la ciudadanía.

 Las esperanzas en el actual presidente pueden abrir las puertas a la confianza. Solo su sostenido y buen ejercicio democrático devolverá la confianza ciudadana en los partidos como instrumento válido y necesario para el desarrollo.