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Los retos ante la desigualdad

“Desarrollo e institucionalidad”

La proclamada igualdad formal de derechos enfrenta una realidad: la desigualdad material, que se manifiesta en políticas públicas o actos del gobierno que muchas veces responden a grupos de intereses o intereses de un grupo reducido.

Entre otros principios, la igualdad de derechos, con similares oportunidades educativas para todos, igualdad laboral, acceso igualitario a la información, a los medios de comunicación y a la justicia concurre con los altos niveles de desigualdad política, social y económica y con la discriminación y exclusión de amplios sectores sociales, a pesar de la apuesta gubernamental a programas asistenciales.

Mientras unos lo tienen todo otros apenas sobreviven. Estas paradojas se manifiestan en la percepción ciudadana, lo que pone en juego la estabilidad del sistema democrático, pues solo la credibilidad garantiza su permanencia.

El informe de desarrollo humano de 2021 del PNUD indica que estamos en un callejón sin salida -palabras mías- de alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe. El informe da cuenta que el 63% de la población dominicana señaló que en 2020 el país estuvo gobernado “en beneficio de los intereses de unos pocos”.

Dicho indicador nos sitúa por debajo de la media del resto de América Latina, donde hay una percepción del 77% de la población, con extremos como el de El Salvador donde lo percibe así un 46%; mientras que Paraguay es la de mayor percepción, con un 95%.

No hay dudas que una sociedad como la nuestra permite que la dedicación, el trabajo y los talentos pueden contribuir con buenos resultados de crecimiento personal; pero no para la mayoría de la gente, porque los empleos de calidad todavía son contados y los emprendimientos empresariales, si bien el gobierno viene dándole apoyo, estos aun no han causado el impacto esperado.

Debe seguirse una cruzada por empleos de calidad, políticas de inclusión social, contando con el empresariado comprometido socialmente y con políticas públicas de disminución de la desigualdad y la discriminación.

No podemos permitir que cunda el desaliento y las razones para pensar en soluciones políticas lejanas al sistema de partidos, que debe revisarse para mejorar. Esto es lo que debemos evitar que pase. Son varios los experimentos populistas en Latinoamérica. De ocurrir aquí ahí será el llanto y el crujir de dientes.

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